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9/7/11

"Woyzeck" en el Teatro Delborde


Esta versión de Woyzeck, adaptada y dirigida por Gonzalo Facundo López, logra desde el comienzo sumergir al espectador en una historia trágica que tiene por protagonista al soldado Friedrich Johann Franz Woyzeck, quien además de pertenecer a la clase proletaria y vivir en la extrema pobreza, padece transtornos mentales. Se trata de un ser débil física y psíquicamente, que no logra comprender el mundo que le rodea, y que tampoco dispone de herramientas intelectuales que le permitan expresar su drama. Este hombre, tras hallarse sometido a una aplastante opresión social, termina por cometer un acto que a primera vista parece totalmente irracional, pero que en el contexto de una existencia tan oscura, dolorosa y miserable, podría ser comprendido e incluso hasta justificado.

Pero… ¿Cuál es el motivo que llevará a este soldado a cruzar los límites establecidos? Lo cierto es que Woyzeck tiene demasiados motivos: siente celos, sufre alucinaciones como efecto de su exposición a la experimentación de un Doctor que lo tiene como conejillo de indias por unas míseras monedas; y lo ahoga un deseo impostergable de liberarse del sufrimiento que le produce la humillación y el abuso de una sociedad que lo oprime -encarnada en las figuras del Capitán y el Tambor Mayor- y ante la cual se halla completamente indefenso.

Sin lugar a dudas se trata de una tragedia social y hasta existencial, que sorprende por su actualidad, pese a que fue escrita a mediados del siglo XIX (en 1837) por el alemán George Büchner. Lo interesante es que la obra original quedó inconclusa tras la muerte prematura de su autor (a la edad de 23 años, víctima de tifus), y su terminación y publicación fueron póstumamente realizadas por distintos autores.

Una notable versión de este drama magistral fue la adaptación como ópera realizada por el compositor alemán Alban Berg (Wozzeck), estrenada en 1925; también es memorable la película Woyzeck de Werner Herzog (protagonizada por Klaus Kinski, en 1979); y en este sucinto recorrido por algunas de las más destacadas interpretaciones a lo largo de la historia no puede faltar el musical de Robert Wilson (Woyzeck), en el cual pareciera haberse inspirado esta adaptación de López, en la que resalta la elección de una estética que podría denominarse “retro-futurista”, cuidada en sus más mínimos detalles, resultando una propuesta muy atractiva y de indiscutible originalidad.

Lo futurista aparece en la puesta, por un lado, a través de la introducción de elementos audiovisuales. Aquí hay un gran trabajo técnico, elaborado con mucha precisión, en donde la iluminación y el sonido cumplen una función central, llegando a construir un clima extraño; cierta atmósfera atemporal casi hipnótica. Por otro lado, esta estética también se presenta a partir del universo de los personajes dominantes, quienes realizan un increíble trabajo de sincronización de movimientos corporales, acompañados por un impresionante diseño de vestuario en donde la uniformidad es la regla; los dominadores son portadores de ropas impecables, de colores claros, prolijas y pulcras, que se contrapone con la ropa desprolija, oscura y sucia del pobre y dominado Friedrich, marcando de este modo un excelente contraste.

En este sentido puede afirmarse que la puesta tiene un fuerte anclaje en lo perceptivo más allá de lo narrativo; y que todos los elementos técnicos y estéticos están muy bien utilizados, ya que logran construir un universo de autómatas al servicio de una maquinaria homogeneizadora, destructora de singularidades. Y resulta un verdadero hallazgo la construcción de esta atmósfera futurista, en donde la sociedad, más que un entramado de relaciones, aparece como una máquina social infernal, aplastante, en donde cada pieza contribuye al funcionamiento del todo; y en este todo, Woyzeck no es más que un pobre proletario ignorante y "sin moral", sobre el cual la sociedad descarga toda su indolencia.

Lo retro se presenta en la puesta con la inclusión de un coro –tres actrices que tienen unas voces maravillosas- al estilo del que aparece en la tragedia griega clásica, que aquí funciona como la voz interna del protagonista, dando cuenta acerca de su estado emocional y marcando distintos climas. Y el personaje de Andrés, que en otras versiones de la obra personificaba la fidelidad de la amistad, aquí resulta bastante enigmático, porque se presenta como una voz omnisciente y omnipresente, encarnada en la figura de una mujer vestida de impecable blanco, que conecta al Coro con Woyzeck funcionando como el Corifeo.

La verdad es que resulta muy interesante el efecto que produce esta estética que pivotea entre lo retro y lo futurista. Creo que el juego entre estas dos estéticas contrapuestas vigoriza la trama, ya que en cierto modo reproduce en el espacio visual la misma tensión que produce el conflicto dramático en el plano narrativo, en donde la clave del planteo dramatúrgico se halla en la insoslayable contradicción que atraviesa a la figura del protagonista: ser un victimario-víctima.

En cuanto al elenco, creo que el desempeño actoral del conjunto es buenísimo; pero quiero destacar el trabajo interpretativo de Mariano Karamanian, quien afronta un verdadero desafío, ya que encarna nada menos que el papel protagónico del desdichado Woyzeck; esta representación, a mi criterio, dada la cantidad y la intensidad dramática de las escenas, entraña cierta dificultad que es muy bien sobrellevada por este joven actor.

Woyzeck es una obra problemática en la cual el espectador no va a encontrarse al final con el restablecimiento de su equilibrio emocional, sino con una inquietante sensación de incomodidad frente a planteos sociales y existenciales de absoluta actualidad; pero que sin lugar a dudas nos coloca ante la gran oportunidad de re-pensarnos como actores sociales, interrogarnos acerca de nuestros juicios -cómo juzgamos a los otros y desde dónde, y de algún modo reflexionar sobre nuestra ineludible responsabilidad social.
Esta versión de Woyzeck me sorprendió por su originalidad; sin duda es una propuesta muy interesante que vale la pena experimentar.


Para agendar:
Funciones: Sábados 23:30 horas
Del Borde Espacio Teatral: Chile 630 – San Telmo –
http://www.delborde.com.ar/
Localidades: $50 (descuento estudiantes y jubilados $30).
Reservas: 4300-6201

Elenco: Exequiel Abreu, Paola Cappellari, Celina Contin, Mariano Karamanian, Ariel Mele, Alejandra Mikulan, Paloma Santos y María Viau.

Diseño de escenografía y vestuario: Julia Pérez Aguilar
Realización escenográfica: Julia Perez Aguilar, Gonzalo Facundo López.
Diseño y realización de objetos: Julia Perez Aguilar, Luis Arbit.
Asistente de Vestuario: Melanie Diaz
Diseño de iluminación: Héctor Zanollo
Fotos: Diego Basualto
Diseño sonoro: Fabián Kesler y Esteban Insinger.
Animación audiovisual: Luis Arbit
Maquillaje: Gisela Arrosio
Diseño grafico: Exequiel Abreu
Asistencia de Dirección: Victoria Casellas
Asistencia de Producción: Alejandra Mikulan
Dirección y Producción General: Gonzalo Facundo López.